viernes, 24 de julio de 2015

¿Hacia dónde quieres ir?



-¿Podrías decirme, por favor, qué camino he de tomar para salir de aquí?

-Depende mucho del punto adonde quieras ir.

-Me da casi igual dónde.

-Entonces no importa qué camino sigas.




Esta conversacion, extraida de la obra de Lewis Carroll, “Alicia en el País de las Maravillas”, nos aporta una valiosa lección: No empieces a andar si no sabes hacia dónde te diriges.

¿Para qué debemos tener claro nuestro punto de destino?

En primer lugar, para entender el sentido de nuestro viaje. La única manera de comprobar si el camino es correcto, es pararse cada cierto tiempo y cuestionarse si estamos más cerca de nuestro objetivo. Sólo si sabemos hacia dónde vamos, sabremos si estamos andando en la dirección correcta, o si hay que dar un golpe de timón.

En segundo lugar, para auto-motivarnos. El establecimiento de metas u objetivos en nuestra vida cotidiana es una de las formas de poder lograr la motivación necesaria para la realización de una actividad.  La motivación es la gasolina que aporta energía a nuestro motor, y hace que “nos levantemos del sofá” para conseguir aquello que queremos alcanzar.

Por último, para buscar el mejor aliado, nuestro cerebro. Si nuestra mente tiene claro el destino, nos va a ayudar a diseñar nuestro plan de acción particular para cada “viaje”. En nuestra mano está clarificar lo máximo lo que queremos lograr. Es lo que comúnmente llamamos “smartizar” nuestro objetivo. 


Por tanto, una vez que lo tengas claro, ponte en marcha. Paso a paso hacia donde quieras llegar. Con la mente clara en el destino, podrás chequear si el camino es el correcto, y si no lo es, no te preocupes, ya que…. “no existe error, sólo aprendizaje”, y siempre estás a tiempo de rectificar.

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